Seleccionar la categoría que desea ver:
El Brujo celebró el Día Internacional de los Museos con su comunidad: una jornada de encuentro y co-creación cultural ...
La catalogación de las colecciones de El Brujo: El registro fotográfico de botánicos trabajados ...
Para recibir nuevas noticias.
Por: Complejo arqueológico El Brujo
¿Puede una hortaliza ayudar a enfrentar problemas como el colesterol alto o la hipertensión? La caigua (Cyclanthera pedata), un fruto originario de los Andes peruanos, no solo tiene un valor cultural, sino también propiedades nutricionales y medicinales que hoy despiertan el interés de investigadores y nutricionistas.
El centro origen de la caigua puede situarse en la costa del Perú. De hecho, su importancia en tiempos prehispánicos está documentada en representaciones cerámicas de la cultura Cupisnique, donde aparece ilustrada como parte del universo simbólico y alimentario de esta civilización andina (Schwember, Segura y Contreras, 2014).
Además, según The Ethnobotany of Pre-Columbian Peru, de Margaret A. Towle, la caigua formaba parte del conjunto de cultivos utilizados por las sociedades andinas como los mochicas y los incas. Towle señala que el desarrollo agrícola en la región se basó en cultivos como el maíz, la papa y especies nativas como la caigua.
Más allá de su relevancia histórica, la caigua es objeto de investigaciones científicas por sus propiedades medicinales. Estudios recientes en América Latina han demostrado que el consumo de extracto de caigua puede reducir significativamente los niveles de colesterol LDL (“colesterol malo”) en un rango que va del 18% al 44,5%, comparado con una reducción promedio del 10% en grupos placebo (Schwember et al., 2014).
También se ha identificado que los compuestos activos de la caigua actúan como inhibidores moderados de la enzima convertidora de angiotensina (ACE), lo cual favorece el tratamiento de la hipertensión arterial, incluso en personas con diabetes. Esto la posiciona como una hortaliza funcional con beneficios directos en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Desde el punto de vista nutricional, la caigua tiene una composición interesante. Por cada 100 gramos, aporta 1,6 g de fibra cruda (más del triple que el zapallo italiano), 34 mg de calcio, 43 mg de fósforo, 0,9 mg de hierro y 9 mg de retinol (vitamina A). Si bien su contenido de proteínas es bajo, su riqueza en fibra y micronutrientes esenciales la convierte en una excelente opción para complementar una dieta variada.
Comparada con otras cucurbitáceas, la caigua se destaca por su bajo contenido calórico (15 kcal por 100 g) y su capacidad de generar saciedad, lo cual la hace especialmente útil en planes de control de peso.
La caigua es una planta trepadora, rústica y adaptable. Tradicionalmente cultivada en Perú y otros países andinos, se adapta bien a climas templados, con temperaturas ideales entre 12 °C y 18 °C. Según datos en la revista Agronomía y Forestal, puede alcanzar rendimientos de hasta 7,3 toneladas por hectárea en condiciones óptimas, con un bajo nivel de problemas fitosanitarios.
Su cultivo no requiere el uso intensivo de fertilizantes ni pesticidas, lo que la convierte en una opción sostenible y de bajo impacto para sistemas agrícolas diversificados, especialmente en zonas rurales andinas.
La caigua es un ingrediente tradicional en la gastronomía peruana y ecuatoriana, apreciada por su sabor suave, similar al pepino y al pimiento. Se consume fresca en ensaladas o cocida en preparaciones como guisos y rellenos, esta última una técnica emblemática de la región. Su versatilidad la ha consolidado como un elemento frecuente en la cocina contemporánea, donde complementa tanto platos cotidianos como recetas más elaboradas.
La caigua es más que una hortaliza: es un símbolo del saber ancestral andino y una herramienta útil frente a los desafíos nutricionales actuales. Revalorar su consumo no solo mejora nuestra alimentación, también refuerza la identidad cultural ligada a los territorios andinos.
Como indica Margaret Towle, entender la relación entre el ser humano y las plantas cultivadas es clave para comprender la historia cultural de los pueblos. La caigua, cultivada desde hace siglos en el territorio que hoy conocemos como Perú, sigue siendo un ejemplo tangible de ese conocimiento milenario que merece ser preservado y difundido.