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Antecedentes y Recientes Trabajos de Investigación
Por Jose Alva y Augusto Bazán
El Complejo Arqueológico El Brujo alberga los vestigios de una prolija historia social que se remonta aproximadamente a los 14 mil años antes del presente, siendo uno de los pocos asentamientos en los Andes que muestra una continua ocupación cultural.
La Huaca Prieta, ubicada en el extremo sur del complejo, es el testimonio arqueológico de mayor notoriedad en la literatura y es un referente en los inicios del proceso de la complejidad social en los Andes Centrales.
La también conocida Huaca Negra, según Kroeber, es un montículo oval construido con cantos rodados unidos con desperdicios o basura, compuesta por ceniza y restos orgánicos, los cuales le dan la coloración oscura al edificio y por la que obtiene su nombre.
Los primeros reportes conocidos de Huaca Prieta fueron generados por el naturalista italiano Antonio Raimondi en 1868. En su paso por el Complejo Arqueológico El Brujo, Raimondi señala que la Huaca tenía la apariencia de ser un “cerrito natural” rodeada por varias lagunas salinas que producían poca cantidad de sal.
En 1926, el antropólogo norteamericano Alfred L. Kroeber, en compañía de Julio C. Tello, el padre de la arqueología peruana, visitó al montículo y reportó la presencia del gran forado, visible actualmente, realizado por saqueadores en la cima del ceniciento monumento. Dicho forado develó los restos de arquitectura elaborada en base a cantos rodados y una gran densidad de desperdicios en toda la composición del edificio prehispánico. Es preciso indicar que Kroeber no identifica cuándo fue construida la Huaca Prieta, debido a que al parecer no estaba seguro de los fragmentos de cerámica erosionada que encontró en el forado, cuya presencia probablemente se debió a la remoción de contextos tardíos.
Junius Bird, en el marco del Proyecto Virú de 1946, realizó las primeras excavaciones científicas en la Huaca con el objetivo de ahondar en el conocimiento de los modos de vida anteriores a la aparición de la cerámica en los Andes peruanos. En aquel entonces, eran solo cinco los sitios pre-cerámicos que se conocían en la costa, siendo Huaca Prieta la que mejor se prestaba para comprender el aprovechamiento de distintos ecosistemas del litoral debido a su ubicación cercana al mar y a la desembocadura del rio Chicama.
Las excavaciones de Junius Bird revelaron una serie de cámaras subterráneas revestidas de cantos rodados, las cuales fueron utilizadas como casas por los antiguos habitantes. Al interior de estas casas y fuera de los muros de contención de la Huaca Prieta, se encontraron los entierros de grupos de individuos dispuestos de forma flexionada. Uno de ellos tenía como ajuar dos calabazas pirograbadas con representaciones de felinos y aves, así como textiles de algodón con diseños geométricos. Estos artefactos, junto a otros, se convirtieron pronto en referentes de la destreza técnica y referentes del arte figurativo pre-Chavín.
Los fechados radiocarbónicos generados de las muestras recuperadas de los niveles más profundos expuestos por Junius Bird, definieron que Huaca Prieta tuvo una ocupación que bordeaba los 5 mil años de antigüedad aproximadamente, ubicándola así en el período Arcaico Tardío (3000-1700 ANE). Para Bird, la población de Huaca Prieta no era densa y su subsistencia se basaba en la recolección de moluscos, mariscos y de plantas silvestres. Sin embargo, también se practicaba una agricultura incipiente de achira, calabazas, frejoles, ají, lúcuma, tubérculos y algodón; este último proporcionaba las fibras necesarias para la producción de los característicos textiles decorados.
Más de medio siglo después, entre 2006 y 2013, Tom Dillehay y Duccio Bonavia retomaron los trabajos de investigación en el sitio, en un esfuerzo interdisciplinario enfocado en entender los procesos y las dinámicas que existieron entre los grupos humanos y los ecosistemas antiguos en tiempos de la agricultura incipiente.
Bibliography
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